ICOMOS y el Turismo Cultural.
Las reflexiones más antiguas sobre la necesidad de limitar el uso turístico de los bienes patrimoniales corresponden al Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS).
Fundado en 1967, cuenta con un comité especializado en turismo cultural desde 1969, en cuyo ámbito de trabajo se realizan las principales reflexiones sobre conservación y visita pública. A este Comité se debe la versión inicial de la "Carta de Turismo Cultural (1976).
En el transcurso del tiempo estos planteamientos se han ido modificando. La gestión del patrimonio, se amplia y da cabida a la gestión del flujo de visitantes. Se plantea la necesidad de encontrar un equilibrio entre las necesidades de la conservación, los intereses de la población local, y el creciente número de visitantes. El primer paso consiste en establecer la filosofía de gestión del Sitio, para lo que se recurre- entre otros- al concepto de capacidad de carga.
Sin embargo, el mayor cambio estriba en la prioridad que se otorga a garantizar una experiencia de visita óptima. "La planificación de la conservación y del turismo en los Sitios con Patrimonio, debería garantizar que la Experiencia del Visitante le merezca la pena y le sea satisfactoria y agradable". La gestión de la visita deja de considerarse como un mecanismo de minimización de impactos para transformarse en un instrumento que favorezca una experiencia adecuada del lugar, en el marco de una política de comunicación de los valores del lugar y de la necesidad de conservación del patrimonio. Emerge en definitiva, una nueva dimensión de la capacidad de acogida de los sitios patrimoniales, una dimensión cuyo umbral máximo de aceptación viene determinado por los efectos negativos que una afluencia excesiva de visitantes puede tener sobre la propia experiencia turística del lugar.
En términos de la propia Carta Internacional sobre Turismo Cultural (1999):
"Los Sitios y las colecciones de diversos objetos de significación patrimonial deberían promocionarse y gestionarse de modo que se proteja su autenticidad y aumente la vivencia del visitante, diluyendo los flujos de visita pública en las llegadas al Sitio y evitando el excesivo número de visitantes al mismo tiempo" (Principio 6.2)."
De los planteamientos de ICOMOS deriva buena parte de la doctrina del Centro de Patrimonio Mundial (CPM) de la UNESCO sobre la relación entre turismo y patrimonio. ICOMOS, actúa como entidad asesora en relación a los Sitios Patrimonio de la Humanidad de base cultural.
El control del turismo y sus efectos, va ganando protagonismo en las sucesivas ediciones de las Directrices Prácticas para la Aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial, documentos técnicos que fijan la doctrina en materia de Patrimonio Mundial y que han venido formulándose desde finales de la década de los setenta del siglo pasado.
Sin embargo, las mayores referencias a la capacidad de acogida se encuentran en una serie de documentos técnicos de apoyo a la gestión turística de los Sitios del Patrimonio Mundial. Quizás el caso más representativo sea el manual elaborado por Pedersen (2005), y editado con apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), que dedica un capítulo entero a la capacidad de acogida. A partir de un recorrido temporal de los cambios operados en el concepto, plantea una definición que "se refiere al número de personas cuya presencia se puede permitir en un área determinada sin riesgo de que el sitio y la experiencia de los visitantes resulten perjudicados".
Conclusión: las buenas prácticas.
El desplazamiento a la exposición de Las Edades del Hombre incluye habitualmente, no solo la visita a las iglesias que acogen cada año esta muestra del arte sacro de Castilla y León, sino también, por suerte, la visita a toda una serie de lugares, monumentos y museos de indudable valor patrimonial, ubicados en el entorno de las sedes que acogen Las Edades del Hombre.
De esta forma la exposición se convierte en un interesante instrumento para favorecer la actividad económica, temporal en un primer momento, en la población que como sede, acoge a la exposición, y en poblaciones y comarcas próximas a la misma. Durante el periodo de apertura al público de la exposición se ponen en valor toda una serie de recursos patrimoniales que debieran de causar la admiración del visitante y dejarle (bien valdría aquí la expresión de "con la boca abierta") con el deseo de planificar una próxima visita, para poder disfrutar de nuevo y con más tiempo, de todo lo conocido, y de todo lo que le queda por conocer. Con ello ese pequeño éxito temporal pasa a convertirse en un éxito mucho más estable, y que además se multiplica por el efecto que "el boca a boca" origina en todos aquellos potenciales viajeros con los que se relacionan los visitantes de las Edades del Hombre.
Sin embargo, si el viajero se ha llevado una experiencia poco satisfactoria de su visita, el efecto que se producirá normalmente es precisamente el contrario, causándose de este modo un perjuicio difícil de reparar.
Para evitarlo es fundamental tener en cuenta las buenas prácticas que podemos extraer de lo expuesto al hablar de ICOMOS y el Turismo Cultural. La capacidad de carga turística es un concepto que necesariamente debe de tenerse en cuenta por todos aquellos que participan de algún modo en el desarrollo de exposiciones y eventos como el de Las Edades del Hombre, así como por los responsables de la gestión de cualquier recurso patrimonial afectado por la afluencia de visitantes, con objeto de que no se haga realidad el refrán de "pan para hoy, hambre para mañana".
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